En el orden de
las cosas está primero el film Django
(Etienne Comar, 2017), que fui a ver una tarde gris del invierno o de la
primavera pasados. No es una película redonda pero fuerza sí tiene, y la prueba
es que despertó en mí las viejas historias familiares del paso de los gitanos
por La Aldehuela, donde iban siempre a visitar al abuelo Eugenio. Hasta un
príncipe gitano dicen que estuvo una vez en su casa. A saber.
Alcaudete, 1975. |
Corrieron los
años y, entre clase y clase, fui escribiendo proyectos, informes, análisis (mayormente
de corpus teatrales)… para llegar al final a la libertad de escribir los libros
que me gustaría leer y que no había encontrado escritos. Entendámonos, me gustan
–por citar solo algunos nombres bien mezclados– casi todos los libros que
escribe Éric-Emmanuel Schmitt, los que escriben Arturo Pérez-Reverte, Alice Munro
o Santiago Posteguillo, y por supuesto los que ha escrito Umberto Eco. Pero yo tengo que liberarme también de mis propias
historias, conseguir compartirlas al menos con los amigos.
Cuando fui a
ver Django –sobre el guitarrista
gitano Django Reinhardt–, hacía poco que había terminado la novela Tres diálogos de otoño y estaba
preparando material para la siguiente, para dos siguientes en realidad. Pero
esa película me devolvió al abuelo Eugenio: había que empezar por ahí.
Así escribí La vuelta de los gitanos y, en cuanto le
mandé el texto a mi hermana Pilar, comenzó un cruzado epistolario que enseguida
quedó plagado de otros cuentos, suyos o míos, pero todos ellos sutilmente
enlazados. Alberto, el hijo de Pilar, nos lo ha dicho nada más leerlos: “Son
como capítulos de un texto seguido”. Curioso texto colectivo y por entregas: El señor Nicéforo y otros cuentos circulares.
Ricardo Serrano Deza
Ricardo Serrano Deza